Descanso y aventura en un paisaje donde no pasa el tiempo

 Para los americanos unas vacaciones en Francia evocan imágenes de monumentos famosos, los cafés parisinos, y también descubrir que no todo el mundo prefiere el aire acondicionado o tomar el agua con hielo. Parte de lo bueno de viajar es olvidar nuestras preferencias y acerptar las costumbres locales.

Este americano acaba de regresar de unas vacaciones de 10 días en Gap, una localidad rural en los Alpes, situada entre Briançon y Aix-en-Provence. Al regresar de la isla de Elba en 1815, Napoleon Bonaparte pasó por Gap en su viaje hacia Briançon, hasta llegar por fin a París. En los últimos años el Tour de Francia ha pasado en varias ocasiones por Gap, recibiendo siempre el apoyo de los espectadores al borde de la carretera.

Situado en un valle montañoso a una altitud de 733 metros, Gap se vislumbra en medio del paisaje tras un viaje de unos 90 minutos desde Aix. Lo primero que veremos es la torre de la catedral con más de 100 años de antiguedad apuntando al cielo, rodeada de tejados de terracota. Rodeado de montañas _Ceuzes, Bure, Charrance_ y con el cielo nuboso en constante cambio.

 Me hospedé en casa de un caballero retirado y su esposa, que han vivido en la región toda su vida. El propietario era un aficionado a la historia y me relató los intercambios entre franceses y americanos en la zona. Un empresario de Gap se lanzó a la conquista del sueño americano a principios del siglo 20 para intentar capitalizar el levantamiento de la prohibición de la exportación de vinos franceses a los residentes más pudientes de Los Angeles y San Francisco. También hubo americanos que emigraron a Francia, alguno llegando a ser propietario del Hotel Napoleon en Gap, que aún hoy en día existe.

¡Qué placer el tomar 2 horas para comer!, comparado con los 15 minutos de descanso en la oficina de Nueva York. Disfruté enormemente de la cocina local, como los tourtons, una especialidad de la zona. Son como unos raviolis fritos rellenos de puré de patatas y ciruelas. También degusté los guisos de carne, incluyendo los de venado y jabalí. Muchas de las comidas las disfruté con vinos de los bodegas de la zona, como el rosado de la cercana Valserres.

Los apartamentos en esta zona son amplios y económicos, sobre todo comparados con hoteles del sur de Francia. En septiembre los días son cálidos y las noches son agradablemente frías. No hay mucho turismo en septiembre, a la espera aún de las nevadas y la llegada de los esquiadores de Europa y Estados Unidos. Los chalets y villas en la montaña están comunicados por carretera y ofrecen unas vistas espectaculares de los Alpes y un ambiente muy acogedor.